¿Es Lorenzo Mendoza el candidato de la Oposición desesperada?

El sí o el no del presidente de Polar sigue siendo una incógnita, pero no hay manera de que su figura quede por fuera de la observación del panorama político de cara a las inminentes elecciones. Las opciones naturales no pueden participar por inhabilitaciones y la Oposición pasa por su peor momento en materia de coherencia y credibilidad. El director de Venebarómetro, Edgard Gutiérrez, examina el fenómeno Mendoza en un contexto por demás oscuro

Por Oscar Medina

Mientras se habla de él y el diálogo se estanca en República Dominicana, el Presidente de Empresas Polar se mantiene en un silencio que más bien parece una negativa. ¿O quizás juega con los tiempos para evaluar mejor una decisión tan compleja y arriesgada? ¿Saldrá al ruedo Lorenzo Mendoza? Lo haya buscado o no, lo quiera o no,  hace rato que su nombre figura en las encuestas, que se le considera una opción. De manera que detenerse a ponderar la posibilidad es un hecho inevitable para quienes analizan el panorama político nacional.

Edgard Gutiérrez, politólogo y especialista en sistemas y procesos electorales, ofrece aquí algunas consideraciones. Pero hace una advertencia, más allá del quién, lo importante es el plan. Y eso tampoco se ve muy claro.

¿De dónde sale esa especie de consenso en torno a Mendoza? ¿Seguimos buscando un outsider? 

No sé si exactamente sea un consenso, aunque lo que sí aprecio es que esa opinión adquiere una tendencia creciente. Nace de varias fuentes que coinciden en este momento. La primera y más obvia es que Lorenzo Mendoza es una persona exitosa, con gran visibilidad (aunque sabemos realmente poco de él) y que dirige la empresa privada más grande del país, la cual ha desarrollado una interesante conexión emocional con los venezolanos. Mendoza además en lo personal tiene buena imagen. La segunda fuente tiene que ver con el descabezamiento de otras opciones: finalmente los venezolanos ahora sí saben “con qué se come eso de las inhabilitaciones”, el cual no es más que un método en el que el régimen decide contra quién se quiere enfrentar y contra quién no. Las primeras opciones naturales hoy no pueden correr. La tercera y última fuente –que a mi juicio es grave– se trata del momento: el de una pérdida de credibilidad en la Oposición. Hay una crisis de coherencia que se vive desde mediados del año pasado y el resultado es que la gente empieza a mirar hacia a otro lado, buscando algo distinto. Los vacíos en política se llenan muy rápido.

¿No hay más opciones en el país? ¿Volvemos a la antipolítica?

Opciones hay, pero parece que algunas no gustan tanto, otras no se pueden (o no te dejan) escoger o bien, a otras les pasó su momento.  Sobre si esto es antipolítica, no lo creo, pero sí puede ser una manifestación antisistema, que no es lo mismo.

¿No fue esa misma “necesidad” de buscar a alguien fuera de la política tradicional lo que aprovechó Chávez para llegar al poder?

Estamos en esa deriva desde hace rato. El anterior sistema no supo reinventarse, no leyó los quiebres que venían produciéndose y produjo a Chávez, quien evidentemente se aprovechó de esa crisis e incapacidad de la anterior clase política. Sin embargo, pienso que este momento es completamente diferente: estamos en plena lucha contra un sistema autoritario que elimina opciones, inhabilita, encarcela, provoca el exilio forzado. Ya ni siquiera hablamos de la ilegalización de candidaturas, sino hasta de partidos.

¿Qué atributos y aspectos en contra tiene la figura de Mendoza como candidato?

Como ya mencioné, entre los positivos está su éxito empresarial y su empeño por seguir apostando a Venezuela a pesar de la adversidad y eso es reconocido. Es una persona que tiene buenos niveles de agrado y eso no es reciente, está registrado desde hace tiempo. ¿En contra?, el no tener ningún tipo de experiencia política. Lo cierto es que sabemos poco del personaje en la arena pública. No conocemos sus ideas. Ni sus propuestas. Eso juega a la vez como ventaja y desventaja.

¿Los atributos los tiene Mendoza o los tiene Polar?

Hay mucha transferencia de la marca al personaje, de eso tengo pocas dudas. Pero no sería justo decir que Mendoza no es un buen gerente, cosa que también está en el imaginario de la gente como un atributo importante. Acá en el fondo creo que estamos retratando una tragedia: el deseo de un sector de la población de tener desesperadamente un candidato que sea medianamente competitivo, no importa quién sea y que ni siquiera se haya lanzado.

Mendoza nunca ha mostrado interés en hacer vida política, ¿este no sería el peor momento para estrenarse? ¿No pondría en riesgo a su empresa? 

Ignoro cuál será su decisión, pero este sin duda, es el peor momento para una “aventura” de esa naturaleza. Y no lo digo exactamente por sus activos empresariales, que por supuesto estarían en riesgo (de hecho ya lo están), sino por la posibilidad de ser exitoso en esta “empresa electoral”.

Sea o no Mendoza, ¿en qué condiciones va la oposición a elecciones? ¿debería ir o no? ¿Cómo se convence al venezolano de ir a elecciones si la última vez lo convencieron de que no se puede confiar en absoluto en el CNE?

Este es el asunto de fondo. La oposición vive su peor momento desde 2004-2005 aunque eso podría eventualmente superarse (por ejemplo con unas primarias), pero el tema es que se enfrenta a una emboscada que está diseñada para que pierda.

Yo entiendo perfectamente lo que significa una elección presidencial y sus implicaciones pero sinceramente no veo condiciones para participar en una elección amañada, lo que no significa que eso se traduzca en que tienes que bajar los brazos e irte para tu casa. No participar en una elección no significa que no debas movilizar a la gente para combatir esa patraña, para desenmascararla aún más de lo que ya está.

Muchos suelen citar idílicamente el ejemplo chileno, pero lo que creo es que también deberían revisar el caso peruano con Toledo. Sí, ambas experiencias tienen que ver con lo electoral, pero con modalidades de lucha distinta porque no hay fórmulas universales. En todo caso, la Venezuela gobernada por el madurismo no es ni la Chile de Pinochet ni el Perú de Fujimori. No me gusta decir que somos únicos, pero si por algo nos hemos distinguido políticamente en la región es por nuestro “excepcionalismo”. Lo importante es acumular la mayor cantidad de energía posible para producir un quiebre y tal parece que eso hoy por la vía tradicional, ya no es posible.

De entre las figuras de la política tradicional, ¿quiénes podrían tener alguna oportunidad real de contar con apoyo masivo?

Lo masivo dependerá de si el plan opositor es comprado por sus seguidores: si participa o no, si dice por qué y cómo va o participar o no. El quién en este momento es secundario, a pesar de lo que digan los partidarios de Lorenzo Mendoza. El apoyo dependerá de esa propuesta, de esa hoja de ruta y que la misma haga click. Si se mantiene esta situación de públicos divididos, que hoy se parece más a una guerra fratricida que otra cosa, no auguro mayor éxito a ninguno, ni tradicional ni emergente.

Publicado originalmente en KonZapata