Estas elecciones parlamentarias son muy diferentes a todos los eventos que hemos conocido durante los últimos 16 años. Los comicios se darán en un contexto con muchos rasgos inéditos, así que en varias dimensiones el 6D es un terreno electoral inexplorado con características desconocidas para la mayoría de los votantes. Analicemos cuatro de estas singularidades.
1 Un régimen todopoderoso con escasez de votos
¡Vaya que es toda una paradoja! En el momento en que el chavismo acumula la mayor cantidad de poder político y comunicacional es cuando tiene menos votos. Las razones para que esto suceda son muy claras: sus actuaciones en materia de violación de Derechos Humanos desde 2014 y una crisis económica sin precedentes, causada por el colapso de su modelo, han sumido al país y sus ciudadanos en un clima de malestar que corroe y fragmenta las bases de apoyo al régimen.
Las penurias sociales, la inflación y el consecuente deterioro del salario real, además de las interminables e indignantes colas y el estremecedor hecho de adquirir menor cantidad de alimentos, ya consolidaron un masivo voto castigo.
El chavismo, sin su gran hegemón y con una figura que recibe todas las críticas y un fuerte rechazo, ya está sintiendo lo que es tener el sol a sus espaldas.
2 El quiebre de las expectativas
Como consecuencia del primer punto, por vez primera entramos a un proceso electoral en Venezuela en que son muchos más quienes piensan que la oposición va a triunfar que aquellos que estiman que lo hará el chavismo. Nunca antes visto.
Aunque hoy haya menos medios de comunicación para debatir este asunto, es lo que en el ambiente se percibe.
Desde 1998, en cada episodio comicial las expectativas siempre (un poco más o un poco menos, pero siempre) se inclinaban a favorecer al oficialismo, otorgándole la primera probabilidad de triunfo. Algo que en la mayoría de las ocasiones se materializó. Hoy no. Aunque todavía haya muchos practicantes de la “desesperanza electoral aprendida” que insisten que no importa lo que hagan los factores opositores pues saldrán derrotados, hoy el rechazo es tan elevado que la ciudadanía en su mayoría quiere enviar un contundente mensaje.
Una misiva con una sola palabra: cambio.
3 Unas parlamentarias con ambiente de presidenciales
Las elecciones presidenciales son las más importantes. Los venezolanos saben que ésa es la cita que define el rumbo político del país y por eso participan más en ese tipo de evento. Es por eso que en 2010 apenas el 65% del electorado concurrió a las urnas.
Sin embargo, para estas elecciones legislativas se espera que muchos más votantes participen en una consulta que tiene más de plebiscitaria que de parlamentaria. No es que lo anterior sea nuevo, sino que hoy está exacerbado ese sentimiento y lo más probable es que la participación esté más cerca de un octubre de 2012 o abril de 2013 que de un septiembre de 2010, siempre que no haya un clima de violencia generalizado que perturbe las votaciones.
4 La historia ya no dice tanto como antes
Esto quizás es lo más importante: en todo análisis electoral privan “los históricos” y se dan por descontados triunfos y derrotas producto de las zonas y circunscripciones de la que se hable.
Es común escuchar y leer que en la zona llanera del país el chavismo mantendrá su amplio predominio porque siempre ha sido fuerte allí. También es común oír que en Oriente o Guayana pasará lo mismo. Sin embargo, en 2015 la evidencia sugiere un cambio dramático que lo he resumido en un trabalenguas: tenemos que aprender a desaprender lo que hemos aprendido.
La semana entrante –si nada estrambótico ocurre– se estarán analizando triunfos impactantes (o, según se vea, derrotas sin precedentes) que la gente hoy consideraría imposibles en circunscripciones de Portuguesa, Monagas, Bolívar, Trujillo, en la propia capital y zonas consideradas otrora como “bastiones rojos”.
Publicado originalmente en Prodavinci