Shattered: La Campaña de Hillary Clinton desde adentro


A poco más de un año de las elecciones presidenciales de EEUU, termino de leer “Shattered”, un análisis desde las entrañas de la campaña de Hillary Clinton en el que se detallan todos sus fallos. Fueron muchos en el criterio de los reporteros. Asumiendo la rigurosidad y veracidad de lo relatado, yo rescato los siguientes que veo como fundamentales:

1.- Hillary nunca tuvo un relato seductor. Nunca pudo responder satisfactoriamente a las preguntas ¿por qué tú?, ¿por qué ahora? Ello, le impidió articular una visión para ofrecer, movilizar y esperanzar a sus electores.

2. Un equipo de campaña no cohesionado. Mook y Podesta iban cada uno por su lado. Decisiones por comité. Unos asesores y estrategas (como Benenson) que estaban solo de adorno, mientras el principal problema de la campaña (la candidata), no asumía su responsabilidad y siempre buscaba un chivo expiatorio. Hillary sufría de mala imagen, desconfianza y no le creían.

3.- Una falla tremenda en la investigación. Mook preferió los “analytics” y no las encuestas tradicionales y sus modelos fallaron varias veces en las primarias en Michigan y fatídicamente el día de la elección en el Rust Belt, en Florida y Carolina del Norte. La investigación por encuestas en profundidad incluso se suspendió tres semanas antes de las elecciones. Grave. Nunca hubo una mezcla efectiva de ambas, por razones de ¡eficiencia en los costos! Se cuenta y no se cree.

4.- La Tierra. The ground game. Nunca tuvo la adjudicación de los recursos necesarios para ser usados con anticipación. Se preferió solo ubicar a la gente que ya votaba por Hillary y movilizarla, mientras los persuadibles fueron descartados porque era una operación muy costosa. Una clave fundamental, olvidada o relegada.

5.- Por último y más importante, Hillary se apalancó en una coalición de minorías como la de Obama y gracias a ellas pudo ganar las primarias contra Bernie Sanders, pero en simultáneo, fue alienándose del electorado que alguna vez tuvo en 2008: los blancos de la clase trabajadora que reclamaban en clave económica. Esos mismos que alguna vez fueron llamados en los ochenta como “The Reagan Democrats” y que votaron demócrata desde 1992, pero que en 2016, prefirieron a Trump. Eso a lo postre fue la principal causa del desmoronamiento de su “muralla azul” (the blue wall).

Aún así, Clinton obtuvo mayoría de votos a nivel nacional.
Todavía me pregunto: si Comey no hubiese salido en los últimos días, ¿hubiese sido distinto el resultado?

Oposición no debe ir a nuevos comicios sin garantías electorales

Los sorpresivos resultados electorales del 15 de octubre obligan a la oposiciónvenezolana a repensar su estrategia para adversar. A dos días de la elección de gobernadores, el politólogo y coordinador de la encuestadora Venebarómetro, Edgard Gutiérrez, analiza la actuación de la Mesa de la Unidad Democrática (MUD) y repasa escenarios políticos probables.

Para el analista, la oposición no debe ir a nuevos comicios sin condiciones electoralestransparentes.

1.- ¿Debe la oposición acudir a las elecciones de alcaldes después de denunciar un presunto fraude?

La oposición tiene que competir en una sola elección que es la elección por las condiciones, y esas condiciones no se van a lograr sin presión (…) Quedó demostrado que no basta tener la inmensa mayoría porque las condiciones fraudulentas eran imposibles de sortear.

La clase política seguramente va a querer participar en las elecciones, pero qué haces cómo fuerza política si no tienes gente que vote por ti porque va a ser bastante difícil que la gente tenga razones para salir a votar al menos en el corto plazo.

2.- ¿Qué ganaría la oposición si no asiste a la elección de alcaldes?

No gana nada en términos burocráticos, en puestos, lo que gana es reafirmar una vez más la naturaleza fraudulenta de las elecciones en Venezuela.

Es como si en un juego de béisbol, en el quinto inning, te digan que si bateas te van a contar cinco outs y no tres como dice la norma.

3.- ¿Cómo lograr la transición política sin la vía electoral?

La calle no movió al régimen, pero el voto tampoco y esto es un debate que se tiene que dar. Pero se debe entender que el adversario es tramposo, cruel, cínico y si no entiendes eso estás equivocado.

Debe darse una mayor presión externa más inteligente y más dura que pueda mover el piso de algunos integrantes de la coalición (Psuv).

4.- ¿Cómo evalúa la actuación de la dirigencia opositora después de los resultados?

Sería un lugar común pegarle a la MUD porque la unidad no existe. La unidad que existía era la electoral y ni siquiera esa está funcionando como debería. Lo que he visto son argumentos inaceptables que le endilgan la responsabilidad de lo que ocurrió a la gente. La responsabilidad, según esto, siempre es del votante, nunca es del dirigente.

Esto lo que va a producir es mayor desconexión entre el dirigido y el dirigente. Algunos dirigentes le están poniendo la carga de la prueba en el elector.

5.- ¿Qué debe hacer ahora la oposición? ¿Debe subordinarse ante la ANC?

Las formas en política son el fondo. El 16 de julio le pidieron la opinión a la gente y la inmensa mayoría le dijo que desconoce la Asamblea Nacional Constituyente. En el último estudio de Venebarómetro (hecho a 1.500 personas) el 69,3% desconoce la ANC.

No se entendería que reconozcas (la oposición) la ANC, sería incoherente. Pero probablemente lo que ocurrirá es que como no hay una visión unificada de qué hacer, algunos (gobernadores) asistirán y otros no.

La oposición lo que debe hacer es: 1.- Tener clara la naturaleza de su adversario para definir los métodos para adversario, 2.- Unificar las posiciones. La unidad de criterio no está funcionando y eso está generando crisis de gobernabilidad a lo interno, 3.- Tiene que tener coherencia y si vas a cambiar tu posición tienes que explicarlo muy bien.

Publicado originalmente en Efecto Cocuyo

“Esta será la elección más sucia que hayamos conocido en los últimos tiempos”

El director de Venebarómetro y consultor político afirma que la abstención no es el único problema al que se enfrentarán los candidatos de la oposición, como el intento de Gobierno de desbalancear aún más a la MUD.

Caracas. A estas alturas ya puede resultar un tanto ocioso debatir sobre la conveniencia o no de presentar candidatos a las elecciones regionales: es una decisión tomada. Y lo es desde hace mucho tiempo. Edgard Gutiérrez, director de Venebarómetro y consultor político, asegura que nunca hubo dudas al respecto, al menos en los cuadros directivos de los partidos: Sus candidatos tenían ya años preparando su participación, a partir del día siguiente a las elecciones parlamentarias de 2015. Su concurrencia a este proceso electoral ya estaba decidida y los pocos debates que vimos en el seno de algunas organizaciones —que los hubo—, ya tenían un resultado claro antes de iniciarse.

El problema con esto es de otra naturaleza: “Lo que nunca se tuvo fue la capacidad de anticipación. Nunca se preparó el terreno para decir de manera unificada y por parte de todos los principales voceros: ‘aunque se instale la Constituyente, participaremos’. Esa abstención que pulula como un fantasma y que aterroriza a los candidatos, tiene buena parte de su origen en esa incapacidad. Y esa falta de motivación por parte de los votantes, esas ganas de “castigar”, en efecto, podría resultar devastadora. Pero no es lo único.

¿Que los partidos de oposición hayan aceptado ir a elecciones regionales constituye un error o no?

—Vamos al fondo del asunto. Participar o no participar en estas elecciones, lo repetiré hasta el cansancio, no puede verse como un fin en sí mismo. No es algo absoluto. Hace tiempo, cuando este debate apenas empezaba, yo me decanté por no participar sin ningún tipo de garantías pues todo eso quedó pulverizado el 30 de julio. Tanto, que hoy prácticamente 7 de cada 10 venezolanos consideran que las elecciones en Venezuela son fraudulentas. Había que construir, entre otras cosas, un mínimo frente para lograr que estas elecciones se dieran en otras condiciones y mucho de lo que ha pasado desde el 1° de agosto es que los actores opositores han reforzado el marco estratégico que ha planteado el oficialismo. Solo me bastaría recordar que los partidos de la MUD estuvieron más ocupados en las denuncias de fraude en las primarias, que de exigir la fecha de realización de los comicios. Ni siquiera en esto que ahora conocemos como una “fase de exploración de una eventual negociación” se incluye el tema de las regionales. Eso del “vamos, como sea” tiene sus límites, sobre todo si los resultados que esperas no se materializan. Y eso no es tan difícil que pase como muchos creen.

Ya a estas alturas, el debate parece no tener mucho sentido, pues la corriente dominante es la ruta de la participación. Prácticamente hay unanimidad entre los electores de oposición a que debe concurrirse. Ya veremos cómo terminan sucediendo las cosas. Mi única reflexión es que en dictadura, los métodos de lucha cambian y lo que puede parecer obvio y normal, en regímenes de esta naturaleza a veces no lo es. Todo depende de lo que vas a hacer después y en otros terrenos. Aún no sabemos cuál será la ruta después del 16 de octubre. A eso algunos le llaman estrategia política. Hay quienes piensan que estas elecciones alteran significativamente el balance de poder, yo me cuento entre quienes piensan que no es así.

Los partidos que se negaron a presentar candidatos, ¿tenían alguna oportunidad real de participar como opción con posibilidad de triunfo?

—Es probable que no, pero habría que examinar los casos particulares. Quienes repiten esa idea casi siempre la usan para descalificar y no debaten el fondo de los argumentos presentados por quienes están en una posición contraria. La discusión siempre termina en un ad hominem: “Este no participa porque no tiene los votos”. Es algo muy similar a lo que hacen algunas personas que suelen llamar “antipolítica” a todo lo que no es parte del mainstream. Lo que termina sucediendo en el fondo es que se etiqueta de antipolítica a cualquier cosa que se parezca a una reacción o crítica a las posturas y decisiones erradas que han tenido los políticos.

¿Cuál es el escenario o los escenarios que quedarían planteados si la oposición no participa en las regionales?

—Aún falta agua por correr debajo del puente. En este momento como dije, la posición dominante es participar, pero quedan tres semanas más de “tormento” en las que pueden ocurrir —y seguramente ocurrirán— más desafíos para la oposición y su participación en el proceso de las regionales.

Luce bastante obvio que el régimen intentará sacar aún más de balance a la MUD. ¿Habrá más inhabilitaciones? ¿Finalmente se exigirá el reconocimiento por parte de los candidatos a la ANC? Todo eso está en la mesa. Algo que quizá hay que plantearse con seriedad y tener capacidad de anticipación, es que muy cerca del 15-O y visto un eventual resultado adverso para el oficialismo, se decida suspender el proceso electoral seguramente por cualquier razón achacada a un ataque imperial, al billete de 100 bolívares o cualquier nueva teoría conspirativa. Ahí quedas exactamente igual a como estabas antes de empezar: sin elecciones, con un régimen que coarta tus libertades y una mega crisis socioeconómica; pero esta vez —en el corto plazo— con menos capacidad de articular protestas de calle o manifestaciones.

¿Qué escenarios o recursos te quedan? pues anclarte más en la estrategia de la presión internacional, mientras aplicas resistencia en lo nacional. Eventualmente, la protesta, tarde o temprano —si las circunstancias se mantienen— volverá. Estructuralmente nada ha cambiado y las mismas razones que provocaron la explosión de abril-julio se mantienen. Quizá lo que cambien sean los actores. Ya veremos.

El rechazo a las regionales, ¿es más ruido de Twitter que realidad palpable?

—Es un ruido que yo no despreciaría ni subestimaría a priori. Es una consecuencia de la crisis de coherencia comunicacional de la oposición. Eso no es un invento. Ese descontento está ahí y lo que convendría hacer es no ignorarlo ni descalificarlo. En el mundo político, siempre se argumenta que “Twitter no es Venezuela” y que no hay que hacerle caso a los “guerreros del teclado”, pero lo curioso es que casi siempre están pendientes de cuántos likes, retuits yviews generan sus contenidos.

Lo primero que diría es que antes de descalificar, hay que leer, dimensionar e interpretar esos mensajes. Por supuesto que hay bots y trolls, pero en las redes la inmensa mayoría es gente de verdad que expresa sus opiniones. De acuerdo con cifras del Venebarómetro en 2017, en Venezuela 43 % del electorado dice ser usuario de Twitter: esas son casi nueve millones de personas, mientras 59 % dice que es usuario de Facebook (casi 12 millones de personas). Entonces, por supuesto que hay gente que está ahí que necesitas para lograr tu meta (ganar las elecciones) y no para patearla. Esa abstención que hoy le quita el sueño a los political insiders también tiene una causa: el repetido desprecio por sus electores propios. Bien valdría que en las comunicaciones orientadas a lograr mayor participación, en vez de regañar se buscara generar empatía.

¿De verdad los candidatos del oficialismo tienen tan poca oportunidad de ganar como se ha dicho? Hasta Maduro reconoce el chance de mantener apenas 10 gobernaciones…

—Depende del estado del cual hablemos. Esta no es una elección nacional aunque tiene implicaciones políticas de esa magnitud. A comienzos de este año, previo al estallido de abril, los sondeos nacionales —que no sirven para pronosticar resultados por estado— indicaban que había una ventaja de 29 puntos de los candidatos opositores sobre los candidatos del oficialismo y hoy ese spread es de 24; aunque en la región de Los Llanos la situación era favorable a comienzos de año para los opositores y hoy ha cambiado a favor del oficialismo. Que esta distancia nacional se haya recortado, como dije antes, no significa mucho en términos estadales y pudiera incluso decirse que fue lo mismo que pasó entre junio y octubre de 2015 para las parlamentarias: la brecha se redujo, pero igual la oposición ganó con claridad.

Siempre se puede inferir que en estados como Portuguesa, Cojedes, Delta Amacuro, Trujillo y Guárico la competencia será mucho más reñida que en los estados más grandes como en Zulia, Miranda, Carabobo, Lara o Táchira. Es obvio que la oposición parte con ventaja en la mayoría de los estados. Por ejemplo, en el Zulia, Guanipa —antes de la primaria que lo convirtió en el candidato oficial de la MUD—, aventajaba a Arias por 27 puntos; pero luego hay que aplicar factores como la asimetría comunicacional, la abstención, la movilización, los candidatos que dividen —así sea un 1 %— que no hacen que esto luzca tan fácil como parece. Hay que decirlo hasta el cansancio: las encuestas no ganan elecciones. Ahí también hay un error comunicacional de principiantes, la gerencia de las expectativas.

He visto como irresponsablemente se habla de 18 ó 20 gobernaciones seguras para la MUD. Así que cualquier cosa que no sea ese número puede ser vista como una derrota, cuando lo hay que decir es que se dará la lucha en todos los estados sin perspectivas grandilocuentes. Si lo logras, muy bien.

Ahora bien, falta el punto de fondo: la posibilidad de fraude, tal y como y ocurrió el 30J. Eso alteraría ese eventual mapa regional y pondría la discusión en otras coordenadas.

Sobre la “gerencia de expectativas”: el discurso usual de los líderes de la oposición tiende a vender la idea de momentos decisivos, cambios drásticos, la hora más oscura que ya comenzará a clarear… ¿Es inevitable en política plantear las cosas de esa manera para generar entusiasmo? ¿Seguimos dependiendo de lo emocional?

—No conozco la primera campaña que tenga un candidato que diga que vaya a perder; pero siempre puedes entusiasmar a los tuyos sin decir que vas a arrasar. Por el contrario, cuando estableces esa narrativa lo que haces es darle argumentos a tus partidarios para que se desmovilicen porque “su voto no hace falta” y siempre, siempre, todos los votos hacen falta. En el famoso plebiscito del 16J a alguien se le ocurrió la magnífica idea de vender que irían 11 millones de personas y cuando se dijo que participaron 7,6 millones, muchos se decepcionaron: esa es la receta perfecta para convertir una victoria en derrota.

Fíjate que en 2015 se fue más comedido y cuando se supo que era mayoría calificada, el efecto fue demoledor. En este contexto particular con condiciones tan extraordinarias, lo que debería imperar es una comunicación que implante un marco narrativo diferente, diciendo por ejemplo: “cada voto cuenta”

Tal como lo hacía Chávez, ahora Maduro se perfila como la figura de la campaña por las gobernaciones, como el “portaaviones”. En ese sentido es muy evidente que Maduro no es Chávez, ¿esta estrategia perjudica o favorece a los candidatos del oficialismo?

—Lo único que podría decir es que me encantaría que Maduro lo hiciera. Sería de gran ayuda…

¿El submarino Maduro?

Solo hay una figura más impopular que Maduro en la política venezolana: Diosdado Cabello. Y ya eso es decir bastante. Maduro tiene el terrible privilegio de contar con el rechazo de las dos terceras partes del electorado. En lo único que puede ayudar a sus candidatos es con los propios electores del chavismo, que no son suficientes para ganar en la mayoría de los estados.

¿De aquí al 15 de octubre el peor enemigo de la oposición es la abstención?

—La abstención es un desafío relevante, pero no el único. Lo primero que debería entenderse es que las elecciones de gobernador nunca han movido a la gente como sí lo hacen las presidenciales y eso ya plantea una no concurrencia estructural. También otro reto es el intentar cerrar de verdad sus heridas internas, que las hay y en algunos casos, profundas. No es solo hacer esas ruedas de prensa en las que se dice “unidad, unidad, unidad”, porque en algunos casos inmediatamente viene el “síndrome de los brazos caídos” para que el que otro pierda. Algo similar a lo que ocurrió en Zulia en diciembre de 2012 cuando Rosales le sacó la alfombra a Pablo Pérez y Arias fue gobernador. Acá cabe preguntarse cómo jugará Un Nuevo Tiempo en esta ocasión cuando su única plaza segura la perdieron en las primarias. ¿Hay tiempo suficiente para eso? No lo sé. Otro desafío clave es, de hecho para mí el más importante, anticiparse al fraude y eso supone un esfuerzo organizativo incluso mayor al hecho el 6 de diciembre de 2015.

Sin embargo, los peores enemigos siguen siendo los mismos de siempre. La falta de unidad más allá de lo electoral y el exceso de electoralismo. Eso se podrá ver con más claridad el 16 de octubre o bien, si el chavismo sale con sus consabidos trucos en estos días que faltan.

¿El diálogo y la manipulación que se hace en torno a ese proceso, constituye un factor que impulsa a la abstención?

—Todo lo que contribuya a enredar a la oposición será ganancia para el oficialismo. Eso es un principio estratégico fundamental de este tablero. Sin embargo, salvo que ocurra algo bastante desagradable e inesperado de acá al 15 de octubre, no parece haber evidencia que sustente que ese factor está elevando la abstención. Lo que yo sí intentaría —en el plano táctico es minimizar e inclusive evitar al máximo posible que se hable sobre el diálogo. Y Miraflores hará exactamente lo contrario. Veremos cuánta disciplina habrá en el mensaje opositor.

¿Qué lectura se le podría dar a una elevada abstención? ¿No demostraría eso, dadas las circunstancias del país y la historia reciente, inmadurez política y exceso de emocionalidad?

—Hoy la abstención ronda aproximadamente entre 45 y 50 % de la población electoral. Quizá pueda disminuir en las próximas semanas, pero eso dependerá de la campaña y de la capacidad de motivar a la gente. No veo en este momento un clima como el vivido en 2015 —porque evidentemente las circunstancias y el contexto son totalmente distintos—, en el que se logró plebiscitar la elección y por eso se contó con una participación elevada que estuvo cerca del 70 % de concurrencia. Un 50 % de abstención no sería muy distinto a lo que la historia de los procesos electorales regionales marca en Venezuela y en este momento no veo que ninguno de los dos actores puedan mover el mismo o mayor caudal electoral al que movilizaron cada uno por separado en diciembre de 2015. Pero acá de lo que se trata no es principalmente de mover más gente a nivel nacional, sino de ganar más gobernaciones. Todo eso claro está, si el CNE dice lo que de verdad suceda en las urnas.

Ha mencionado varias veces el factor fraude en las regionales. Hasta ahora el único fraude del que se ha tenido evidencia clara es el que se hizo a sí mismo el Gobierno con la elección de la ANC. ¿No se puede confiar en la capacidad de los partidos de oposición en estas lides?

—Orgánica y electoralmente, la oposición es más fuerte en unos estados que otros y esa fortaleza también viene significada por las brechas que es capaz de obtener de acuerdo con su caudal electoral: mientras haya más diferencias a tu favor, es más difícil que te hagan fraude. Es por eso que no se puede comparar el músculo organizativo que se tiene en Miranda o Carabobo con el que se tiene en Portuguesa o en Cojedes. Y dentro de los propios estados no es lo mismo el manejo de los centros urbanos que la periferia más rural.

Es ahí cuando cobra sentido el mayor despliegue de tu padrón electoral y no solo eso, sino que sean capaces de resistir a todas las adversidades y desmanes que ya sabíamos que existen pero que ahora —y sobre todo post 30J— se magnificarán. No estoy en capacidad de decirte si están todos en todas partes, pero lo mínimo para lo que se debe estar preparado es para una elección —si es que Maduro no decide suspenderla para volver a mover el tablero o bien evitarse una nueva catástrofe electoral—, que será la más sucia que hayamos conocido en los últimos tiempos: todos los antecedentes recientes así lo corroboran. El CNE ya perdió el poco pudor que le quedaba.

Publicado originalmente en Crónica Uno